La Pluralidad de las Ideas

domingo, 30 de agosto de 2009

EL UNIVERSAL. Rafael Pérez Gay: Un mundo nos vigilaba.



Fuente: eluniversal.com.mx

Hace algunos días leí en EL UNIVERSAL que el gobierno británico hizo públicos los documentos relacionados con uno de los artículos más famosos de avistamiento de un ovni en Gran Bretaña, el llamado “Incidente del Bosque de Rendlesham”, de diciembre de 1980. Los documentos forman parte de más de 4 mil páginas puestas en la red por los Archivos Nacionales, una agencia del Ministerio de Justicia, en las que se habla de 800 avistamientos en las décadas de 1980 y 1990.

Cuidado, esto no es cualquier cosa, si hacemos una división ufológica, el resultado nos dice que durante dos décadas, cada año han surcado los cielos ingleses 40 objetos voladores no identificados. Para mí esto ya es como vivir con los extraterrestres en casa. Ese tránsito insólito demuestra de pasada que el espacio aéreo británico tiene más hoyos que una red. La verdad es que Blair debió correr a patadas a su secretario de Defensa. ¿Ochocientos objetos voladores recorrieron el cielo inglés sin ser siquiera registrados por los radares? El paraíso de Jaime Maussan.

El avistamiento de Rendlesham no tuvo nada de especial. El coronel Holt ha escrito que dos soldados vieron luces inusuales a eso de las 3 de la mañana en el bosque, a las afueras de Woodbridge: “un extraño objeto encendido se movía en el bosque, algo triangular y metálico iluminaba la oscuridad con una potente luz blanca”. La cosa no paró ahí. Al día siguiente, innumerables testigos vieron una “luz pulsante como un sol rojo entre los árboles”. El sol rojo me puso muy nervioso y no pude leer en la nota si a los testigos se les hizo alguna prueba antidoping.

La desclasificación de los archivos británicos sobre avistamientos me recordó como un fogonazo de la memoria 1965, el año en que los platillos voladores eligieron México para mostrarse al mundo entero. Por toda la República mexicana aparecían y desaparecían los ovnis. Pedro Ferriz era un hombre dichoso y su programa Un mundo nos vigila alcanzaba ratings de escándalo. Paco Malgesto (nuestro Orson Welles) afirmó que el primero de octubre decenas de platívolos desfilarían por los aires desde la Villa de Guadalupe hasta el Ángel de la Independencia para despedirse de los mexicanos. Una distancia corta en efecto, pero ése fue el viaje que eligieron los alienígenas, qué le vamos a hacer. En la Villa y en el Ángel se concentraron las multitudes que saludarían a los platillos. En casa subimos a la azotea y esperamos mi madre y mis tres hermanas mirando al cielo, mi hermano seguramente vería a los mismos objetos voladores, pero en Alemania. Vuelvo a ver aquella azotea con los vecinos buscando en la bóveda celeste a los platillos y me aterro de nuevo.

Laura Castellanos ha recordado en su libro Ovnis (Grijalbo, 2009) que la información que difundieron la prensa y Malgesto fue recibida por Clemente González Ochoa, un pintor de brocha gorda con quien los extraterrestres se comunicaron telepáticamente. Un portavoz de este trabajador que se presentó como presidente de la Asociación de Astrofísica afirmó sin lugar a dudas que los extraterrestres no eran marcianos, sino venusinos, y que venían en son de paz. Aharon Aray, que así se llamaba el astrofísico, dijo que los ovnis harían algunas demostraciones pacíficas de su fuerza levantando automóviles por los aires mediante energía magnética. Nuestra familia se cuenta entre quienes creyeron que habría un desfile de ovnis. Caracho. El recuerdo de ese México y esa suspensión de la incredulidad me hechiza todavía en estos días que se han convertido en el futuro de aquel año.

Los objetos voladores nos dejaron plantados. Se fueron de México sin despedirse, pero unos días atrás había ocurrido un hecho prodigioso. Cuenta Castellanos, y yo mismo he recordado leyendo el episodio, que en Cuernavaca ocurrió algo muy serio. Durante un gran apagón, en las tinieblas, apareció una luz plateada que iluminó dos horas el cielo de la ciudad. Dos horas, sí señor. Esa noche, el secretario de Gobernación, Luis Echeverría, estaba en Cuernavaca, el resto de sus días juró y perjuró que él vio aquella luz incandescente. Echeverría llamó a su vecino, el director de Pemex, Jesús Reyes Heroles, como testigo de calidad ante el ovni de Cuernavaca. Ya decía yo que aquel lema de campaña, Arriba y Adelante, no era sólo producto de la megalomanía de Echeverría. Por lo demás, no está mal pensar que un ovni inició la decadencia del PRI.

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