domingo, 19 de julio de 2009
ESPECIAL. 40 AÑOS APOLLO 11. Volver a la Luna cuesta caro.
El programa de la NASA para enviar a astronautas de regreso a la Luna para el año 2020 suele ser llamado “Apolo con esteroides”. Los críticos utilizan este término despectivamente; para ellos, se está siguiendo el mismo rumbo que hace 40 años, sólo que con cohetes más grandes y más costosos.
Pero funcionarios de la Administración Nacional de la Aeronáutica y el Espacio (NASA) dicen que, en el futuro, las misiones serán mucho más importantes y grandes, con astronautas viviendo por meses en la Luna, recorriendo cientos de kilómetros en su superficie y, por primera vez, construyendo un puesto de avanzada en un suelo que no pertenece al planeta Tierra.
“No serán sólo banderas y primeros pasos”, dijo John Olson, director de la oficina de la NASA encargada de las misiones de exploración que integra a las distintas partes del programa lunar. “Estamos hablando de un trabajo más importante”, añadió.
Antes de pensar en Marte, el siguiente gran destino en la mira de los científicos, es clave contar con tecnología y talento, señalan funcionarios de la NASA.
Por ahora, los científicos creen que queda mucho por hacer en materia de exploración lunar, como construir un radio telescopio en la cara oculta, a salvo del ruido de la Tierra, y buscar capas de hielo en óscuros cráteres cercanos a los polos, que pueden contener pistas sobre el pasado del sistema solar.
Pero en vista del déficit presupuestal federal de billones de dólares y de que un panel de alto nivel está revisando el programa de vuelos espaciales tripulados de Estados Unidos, existen dudas de que los modelos lunares que la NASA ha diseñado en los últimos cinco años lleguen a ser construidos.
Tal vez la agencia reciba la recomendación de concentrarse en misiones robóticas y buscar alternativas baratas para regresar a la Luna o cambiar su objetivo, digamos, hacia algún asteroide.
Tampoco está claro, quién, si es que alguien, iría la Luna, si no es la NASA. Funcionarios chinos y rusos han hablado de establecer una base lunar alrededor del año 2025, pero ni China ni Rusia se han pronunciado oficialmente al respecto y los cohetes que poseen en la actualidad son muy pequeños para tal tarea.
Tampoco parece muy probable que la naciente industria espacial privada, que aún no ha puesto a nadie en órbita, ponga sus ojos en la Luna, y menos si no obtiene una ganancia obvia que compense una inversión de miles de millones de dólares. “La idea de que un inversionista privado pueda poner los fondos para desarrollar cohetes capaces de lanzar una misión lunar es extremadamente especulativa, rayando en la fantasía”, dijo John Logsdon, jefe de historia espacial en el Museo Nacional de la Aeronáuitica y el Espacio.
Un esfuerzo combinado
Lo más probable es que el programa lunar se convierta en un esfuerzo combinado de múltiples naciones, como lo es la Estación Espacial Internacional.
En el primer encuentro público del panel que revisa el programa de vuelos tripulados de la NASA, el general Anatoly N. Permionv, jefe de Roscosmos, la agencia espacial rusa, dijo vía telefónica que “Roscosmos apoya la necesidad de involucrar el potencial técnico y científico de otras naciones para proyectos de gran escala”, incluyendo los de enviar astronautas a la Luna y a Marte.
La NASA ha denominado el sistema de transporte espacial de próxima generación como programa Constelación. Las primeras dos partes del Constelación —el cohete Ares I, con una cápsula Orión para la tripulación— servirán para trasladar a los astronautas a la Estación Espacial Internacional a principios de 2015.
Dos partes adicionales son necesarias para el viaje a la Luna: el Ares V, un gigantesco cohete para cargas pesadas, y el módulo de descenso lunar Altair.
A primera vista, el Ares V luce más o menos como el Saturno V de la era Apolo, y el Altair parece una versión moderna —con formas más redondeadas y estéticas— de la nave que llevó a Neil Armostrong y a Buzz Aldrin al Mar de la Tranquilidad.
“La física y la ingeniería cuentan mucho en los diseños”, dijo el doctor Olson, al explicar la similitudes. Pero también existen diferencias. El Ares V es apenas un poco más alto que el Saturno V —116 metros contra 108—, pero podrá impulsar una carga de 140 mil libras (63 mil 500 kilos) o más en un viaje a la Luna, 40% más que el Saturno V.
El Ares V, a diferencia del Saturno V, no llevará a los astronautas en su despegue. Siguiendo las recomendaciones de un panel que investigó el accidente del transbordador espacial Columbia, el programa Constelación pondrá a la tripulación y a la carga útil en cohetes separados para mejorar la seguridad de los astronautas. Mientras que la mayor parte de la nave espacial —el módulo de descenso Altair y la etapa de despegue de la Tierra— va sobre el Ares V, la tripulación de cuatro astronautas irá en la cápsula Orión, en la punta del Ares I.
En órbita terrestre, la cápsula Orión se acoplará con los componentes lanzados por el Ares V y la nave se encaminará entonces hacia la Luna.
En el Apolo 11, Michael Collins tuvo que permanecer en el módulo de comando orbitando la Luna, mientra sus dos compañeros descendieron sobre el satélite de la Tierra en el módulo de alunizaje. Para las próximas misiones a la Luna, los cuatro astronautas bajarán a la superficie, mientras la cápsula vacía orbita por sí sola. Eso significa que el Altair debe ser más grande que el módulo de alunizaje de la era Apolo, tanto para llevar a los astronautas adicionales y sus provisiones como para llegar a más partes de la Luna.
Dinero insuficiente
Los avances en la tecnología podrían permitir la construcción de otras versiones del Altair —sin astronautas— para llevar componentes de avanzada, así como vehículos lunares tipo rover.
Pero el presupuesto federal propuesto por el presidente Obama no alcanzaría para pagar todo eso, al menos no antes de 2020. Después de los incrementos en el año fiscal en curso y para el año fiscal 2010, las propuestas de Obama para invertir en exploración espacial tripulada del año 2011 al 2013 son menores, en varios miles de millones, que las autorizadas por el presidente Bush el año pasado. Eso significa que hay menos dinero para convertir los conceptos del Altair y el Ares V en realidades.
“No hay dólares”, dijo Olson.
Pero la esperanza de muchos dentro de y fuera de la NASA es que el reducido presupuesto de la administración Obama sea sólo temporal y se incremente una vez que el panel de revisión del programa espacial haga sus recomendaciones.
Se prevé que el reporte estará listo para finales de agosto.Por lo pronto, el panel está buscando alternativas al Ares I y Ares V, como adaptar cohetes existentes, como el Delta IV a las necesidades de los astronautas de la NASA.
Fuente: EL UNIVERSAL
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